El núcleo urbano está asentado en la falda del cerro de San Jorge, lo que hace que sus calle, especialmente las del casco antiguo, sean empinadas y estrechas.
Su extenso término municipal, 961 kilómetros cuadrados, se extiende desde los arrozales de Salmerón, próximos al pantano del Cenajo, hasta las altas cumbres del Macizo de Revolcadores; lo que hace del mismo un lugar de contrastes.
Moratalla dedica sus fiestas mayores al Cristo del Rayo, en cuyo honor se llevan a cabo unos tradicionales encierros por vereda desde el año 1622, aunque hay pruebas de que en nuestro pueblo los encierros de reses bravas por vereda son anteriores a esa fecha. En la actualidad estas fiestas tienen lugar entre los días 11 y 17 de julio, fechas en que la actividad de Moratalla se paraliza y todo un pueblo se entrega a la diversión y al descanso.
Si impresionantes son nuestros encierros por vereda, no menos lo es la Semana Santa moratallera. Durante el día, las calles se llevan de nazarenos o tamboristas ataviados de túnicas multicolores, no hay dos iguales, que en un frenético ir y venir desordenado hacen sonar sus tambores sin seguir un ritmo único: cada tamborista tiene su forma peculiar de tocar el tambor. Pero este furor diurno deja paso durante la noche al recogimiento religioso cuando las diferentes cofradías recorren nuestro casco antiguo.
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